La desigualdad, en puestos llamados de “importancia”, en la administración pública.

 


Según el INE,

“En el año 2021, el porcentaje de mujeres que ocupaban los órganos superiores y altos cargos de la Administración General del Estado (hasta Director/a General, y sin contabilizar los puestos de la Administración con categoría inferior a la de Director/a General) ascendió ligeramente desde el año anterior, hasta un 43,7%.

En Secretarías de Estado, el porcentaje ha disminuido respecto del año anterior quedando por debajo del 40% (34,6%). En Subsecretarías y Secretarías Generales el porcentaje ha permanecido sin cambios, pero tanto en  Direcciones Generales y Secretarías Generales Técnicas como en Presidencia de Gobierno, Vicepresidencias y Ministerios los porcentajes han aumentado superando el 40% en todas estas categorías. En concreto el porcentaje de mujeres en Presidencia de Gobierno, Vicepresidencias y Ministerios el porcentaje de mujeres roza el 61% (frente al 47,8 del año anterior).

En el año 2021, el porcentaje de mujeres en el conjunto de Consejos de Administración de las empresas que forman parte del Ibex-35 ha sido del 30,7%, porcentaje 3 puntos superior al del año anterior y que ha hecho un largo recorrido desde los 11,7% de 2012, pero que, sin duda, es todavía insuficiente.

Si se considera el cargo ejercido en los consejos de administración, la presencia de mujeres en la presidencia de empresas es casi anecdótica (no llega al 6%), aunque el porcentaje de mujeres como Consejeras se ha duplicado en los últimos nueve años.”

Fuente: INE


    Seguimos viendo cómo cuesta llegar a la plena igualdad en puestos de importancia o cómo incluso en la presidencia de empresas públicas es casi inexistente. ¿A qué es debido todo esto? 

    En cuanto a mi experiencia, y lo que veo a mi alrededor en el ámbito de la administración pública, he de decir que el tema de la conciliación es muy importante sobre todo si eres mujer ya que la mayoría de los hombres no le dan tanta importancia al tema de la conciliación. Por otra parte, y desde mi punto de vista, la conciliación en el ámbito de la administración pública es casi inexistente. Solo hace falta leer la siguiente carta a la directora de un periódico, donde se muestra un claro ejemplo de lo que pasa en la administración pública en estos tiempos de la era digital:


    Considero que, antes de tratar el tema de la conciliación en la administración pública, habría que analizar, entre otros datos, los horarios y tiempo que se dedica al trabajo en los puestos superiores. Estos puestos tienen heredados una conciencia jerárquica anticuada, es decir, se basan en roles de género y tipos de familia de hace años, que nada tienen que ver con las de ahora. Antiguamente, por ejemplo, los funcionarios de puestos superiores (y no tan superiores), se pasaban el día en el centro de trabajo, trabajando hasta tarde. Llegaban a su casa, y su mujer tenía la cena preparada y sus hijos acostados.

    Esto ya no es así, las familias evolucionan, el trabajo y la productividad se miden de otra manera... pero en la administración este machismo jerárquico clasista traducido en productividad se ha quedado anclado y escondido en los puestos altos que sigue considerando que, cuantas más horas permanezcas en el centro, más productivo va a ser el resultado. Parece sobreentenderse que hay que tener una completa disposición, en cualquier momento, desde el Ministro hasta los que están por debajo. Por ello, la mayoría de las mujeres de hoy en día que siguen llevando las responsabilidades familiares no pueden acceder a estos puestos, porque en cuanto no satisfacen estas obligaciones de disponibilidad a cualquier hora, pueden no ser consideradas para puestos superiores, o en el caso de ocuparlos, provocar que las cesen. Esto es algo que está normalizado en este ámbito y no debería estarlo.

    Es poco probable que un alto cargo trabaje de 7:00-15:00 (entendiendo un horario de lunes a viernes de 8h diarias, 40h semanales) y se vaya para su casa a disfrutar de su familia, amigos, actividades, etc... Esto es debido a que estos puestos conllevan una serie características especiales, en cuanto a disponibilidad, responsabilidad, etc... Los cuerpos más bajos de la administración tienen un horario fijo/flexible que les permite organizarse mucho mejor, por ello no se entiende porque en puestos intermedios, que no son altos cargos pero si tienen una “importancia” dentro de la administración, no se cumplan una serie de condiciones laborales básicas cuando son ellos los que tienen que aplicar las políticas de conciliación en la administración. Estos puestos dejarán de ser atractivos para aquellas personas que primen la salud, familia, amigos, tiempo, etc.. en sus vidas. En serio, ¿es tan necesario contestar correos a deshora, whatsapp fines de semana, reuniones interminables fuera del horario laboral, etc..? Una cosa son momentos puntuales de crisis, pero esto ya se ha cogido de costumbre y es muy normal que, por ejemplo, un subdirector esté de media trabajando de 8 de la mañana a 8 de la tarde todos los días, entre 60/80 horas a la semana... ¿dónde está el tiempo de calidad con su familia, ocio, etc...? ¿dónde se cuida la salud mental? Además estas situaciones generan efecto cascada en puestos inferiores, de menos responsabilidad y con horarios establecidos, unos horarios que acaban por no respetarse por ese efecto cascada. Entonces, si eres mujer en estos puestos con menor responsabilidad, la presión mucha veces se acentúa.

    Otro punto que ha puesto de manifiesto las desigualdades es el teletrabajo, como una opción de trabajo acorde a los tiempos que corren, que permite no tener que desplazarse horas hasta la oficina, sobretodo en ciudades grandes como Madrid o Barcelona, donde la vivienda está cada vez más cara, son más hostiles para vivir y los sueldos en la administración del estado son iguales vivas en Madrid que en Zamora. Pero ¿qué pasa con esto? Dentro de la administración nos encontramos con ciertos grupos que no quieren esta opción porque no lo ven productivo por lo que comenté anteriormente. Aunque parece que siguen ese modelo antiguo, la realidad parece demostrar que no quieren cambiar el modelo de estar todo el día en la oficina y fuera de casa, porque no llevan bien la corresponsabilidad, y esto hace que sean las mujeres las que estén más interesadas en el teletrabajo. No puede ser que el tema del teletrabajo en la administración pública, como otros muchos temas, esté sin regular seriamente, que dependa de cada ministerio, subdirección, etc.. el que se tenga un día, dos, tres o ninguno... que dependa de si a tu jefe/a le gusta, lo instaure en su ámbito y si no, pues no... y esto pasa no solo con el teletrabajo, sino también con permisos que no están del todo claros en el tema de la conciliación o desde las unidades pertinentes no los tienen perfectamente instaurados. Simplemente hay que ver en los concursos de traslados las alegaciones por motivos de conciliación familiar.
 
    El Gobierno debe ser responsable con esto y si quiere promover unas políticas de igualdad, de género y de conciliación familiar, debe empezar por su administración y por sus trabajadores, integrándola en un nuevo modelo laboral más acorde con Europa, buscando soluciones y cambiando roles de género, y sobre todo evolucionar con la sociedad, y luchar contra el machismo silencioso. Para ello, es importante fomentar cursos de desigualdad de género, gestión eficaz del tiempo, organización del trabajo y paridad, etc... que deberían ser obligatorios para el acceso a estos puestos supuestamente tan relevantes, además de unos órganos de control independientes que se encarguen de velar porque se cumplan estos objetivos.

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